El agua flotante de Ibáñez de Alba

Ibáñez de Alba ha invertido más de 20 años en desarrollar varias patentes contra la que es, según la OMS, la primera causa de muerte alrededor del mundo en niños de entre 5 y 14 años.

  • Trabajó para la NASA y lleva 20 años en busca de la patente que acabe con los ahogos en piscinas
  • En octubre, anuncia, presentará un «revolucionario invento que, por medio de un algoritmo», podría cambiar nuestra forma de bañarnos

Su primer intento

Por acabar con esta tragedia se materializó en una piscina anti ahogo (gracias a un fondo que se eleva al contacto continuado de un peso) que obtuvo en 2003 el Primer Premio Internacional en el salón de la Feria de Barcelona a la Innovación Tecnológica. «Me gasté 60.000 euros, que era todo el dinero que tenía en el banco, en llevar mi invento a la feria, pero no pude contratar personal ni azafatas, así que cuando el jurado me pidió que demostrara su eficacia me desnudé allí mismo y me tiré a la piscina…».

El sistema, comercializado por Astral Pool, se utiliza hoy en piscinas de todo el mundo. «Como no me dedico a la distribución de los productos que usan mis patentes no sé exactamente cuántas se han vendido ni dónde, pero me las he ido encontrando en mis viajes. Las he visto instaladas en hoteles de Francia, Inglaterra y también España, sobre todo en Valencia». A la pregunta de cuántas vidas ha podido salvar con su invento, responde tajante: «Un sola habría merecido todo el esfuerzo, pero sospecho que han sido miles».

El segundo intento

Consistió en un tipo de agua flotante que no lleva sal y de la que acaba de presentar una versión mejorada. La clave está en su densidad (30 veces superior a la del agua normal) y en una fórmula secreta a base de productos naturales, como los que se encuentran en detergentes o champús convencionales, por lo que resulta inocua. «Incluso en el caso de que el bañista quede boca abajo, la presión del aire de la caja torácica hace girar el cuerpo impidiendo que trague agua», celebra el inventor andaluz de 60 años.

El agua flotante se aplica con fines lúdicos en parques acuáticos, como el de Marina D’or, y en los programas de rehabilitación de los spas y balnearios de Puente Viesgo y Caldea. Pero Ibáñez de Alba se ha propuesto convertir su agua flotante en un estándar de seguridad para la prevención de ahogamientos en toda España. «Mi principal preocupación son los niños», asevera el multipremiado ingeniero e investigador. «Gracias a mi patente los padres podrán estar tranquilos mientras sus hijos se divierten en la piscina».

Su pasión por las piscinas se remonta a sus días de nadador semiprofesional: quedó segundo de Andalucía en 1.500 y 400 metros libres y sexto de España. Además, es cinturón negro de taekwondo. «Hice el servicio militar en el cuartel de El Serrallo, en Ceuta, y recuerdo perfectamente que una tarde estaba entrenando en la piscina cuando un compañero cordobés se tiró al agua sin saber dar dos brazadas seguidas. Acudí inmediatamente al rescate y cuando por fin lo tenía agarrado por el cuello pude ver su expresión de terror. Jamás olvidaré aquella cara».

Fuente: El Mundo

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