¿Te gustaría convertir tu piscina en un espacio de agua salina? Deja de soñar y pasa a la acción porque puedes conseguirlo gracias a la electrólisis salina, un principio simple y eficaz que imita el comportamiento del mar y su ecosistema. ¿Quieres saber cómo? Convertir una piscina con cloro en una de agua salada se puede hacer rápida y fácilmente.
La diferencia entre el agua salada y el agua dulce en una piscina está en que a la segunda hay que añadirle cloro y de la primera se aprovecha la sal para, mediante un proceso de electrólisis, generarlo. Más tarde ese cloro (hipoclorito) se descompone para transformarse nuevamente en sal.
Una de las principales ventajas de cambiar el agua de tu piscina por agua salada está en que el mantenimiento de este tipo de piscinas es más sencillo de lo que parece. El nivel de cloro es estable y su generación automática, por tanto no necesitas añadir elementos químicos ni estar pendiente del mantenimiento. Los sistemas de electrólisis salina permiten un ahorro aproximado del 80% en mantenimiento y un 100% en productos químicos. La electrólisis es muy fácil de instalar y no implica grandes obras de preparación en la piscina. En cualquier caso, la adaptación del agua dulce al agua salada solo deberían realizarla empresas especializadas en la gestión y tratamiento de aguas.
Muchas personas piensan que nadar en una piscina de agua salada es como hacerlo a mar abierto. Lo cierto es que esta afirmación no es cierta. La concentración de sal es mucho menor, así que no resulta incómoda ni irrita los ojos de los bañistas.
Para poder poner agua salada a tu piscina debes incorporar un generador de cloro al sistema de la misma. Este generador funciona con sal, que es la que produce el cloro y sustituye los aditivos químicos. Cuando compres el generador deberás saber cuál es la capacidad de tu piscina, porque dependiendo de ese valor necesitarás uno u otro.
El verano ha llegado y te toca poner la piscina a punto, ¿te animas a instalar una piscina de agua salina?